Aixa, la madre del Rey Boabdil eligió el Palacio de Daralhorra, en árabe Casa de la Señora, para vivir. Desde aquel Albaicín, entonces nazarí, todavía pudo comprobar las huellas de cómo los habitantes del Reino Zirí, en el Siglo XI, saciaban su sed y regaban sus huertos gracias a un entramado hidráulico que avanzaba entre rincones reales y nobles, y que ahora la Fundación AguaGranada, en su constante e incansable apoyo al patrimonio histórico y coincidiendo con la presentación de los volúmenes de ‘Mil años del agua en Granada’, lo ha incluido en la ruta guiada a los amigos de la Feria del Libro. El paseo, que complementa entre los recorridos que habitualmente se ofertan de manera gratuita en el programa ‘Por los senderos del agua’, uno de los clásicos de la Fundación, hizo ayer domingo por la mañana las delicias de quienes quisieron conocer de cerca los aljibes, albercas, acequias y partidores que conectan Daralhorra con un entorno privilegiado, que arrancó en el Aljibe del Rey, sede de AguaGranada en la Plaza del Cristo de las Azucenas, y continuó por lugares bendecidos por la alquimia del tiempo y que esconden los secretos del agua del Siglo XI, todavía flotando en el ambiente pese a los mil años transcurridos. El historiador Rafael Villanueva, uno de los grandes intérpretes en la actualidad del patrimonio del Albaicín, diseñó un recorrido, que AguaGranada ha hecho suyo, por la Granada zirí, una ciudad amurallada desde la que se dominaba la taifa que acogió la mítica casa-palacio del Gallo del Viento, presente en los cuentos de Washington Irving y en el imaginario colectivo de unas gentes que atribuyeron al lugar poderes mágicos. De esa casa, levantada en el triángulo que hoy forman San Miguel Bajo, Santa Isabel la Real y Huerto del Carlos, quedan aún los ramales que, con casi toda seguridad, suministraban agua a sus moradores. Como explicó ayer Villanueva, el actual Palacio de Daralhorra, cuyo acueducto de entrada a la acequia incluyó en el paseo, se levantó siglos después en época nazarí sobre parte de los cimientos del Gallo del Viento, una veleta con la cabeza del ave y con cuerpo de caballo que, según las leyendas, indicaban el lugar desde el que atacaban los enemigos. Tras el Aljibe del Rey y Daralhorra. la ruta prosiguió por el legendario partidor conocido como el ladrón del agua, por los aljibes San Miguel y Zenete, por la pintoresca y agraciada Placeta de Cauchiles y por la antigua mezquita de Almurabitin, hoy aljibe de San José. Todo un paseo por la historia